sábado, 9 de febrero de 2013

"La pertinencia de las CEPS (Comisión Educativa de Participación Social) en el proceso de autonomización política local en el nivel básico educativo"


Mi intención en éste ensayo es exponer una serie de circunstancias en las que se han vuelto involucradas tanto la escuela como la sociedad de padres de familia con la intención de estimular el debate a través de una seré de preguntas que se propondrán al final. Así como ofrecer a forma de trazo una propuesta susceptible a  ser modificada.

La escuela en una llave de judo.

Es difícil no ignorar el hecho de que algo en la ecuación de la educación primaria ya no da  "igual".  Pero el igual a la que vamos a referirnos no tiene que ver con la igualdad de oportunidades ofrecidas a todos los niños (o a sus tutores).  Ésta inequidad tiene que ver con una relación interprofesional entre maestro-tutor. En su vertiente interinstitucional esta asimetría está presente en el vínculo: sociedad de padres de familia y maestros.  

Hoy en día, lamentablemente, el maestro de primaria se ha de condecorar con honores frente a la expectativa social si, y solo si:  
1) Logra en el aula ser tutor y maestro.
2) Ofrece equidad y atención a la diversidad. Esto a un nivel normativo y social.
3) Facilita una atención particular y una atención a su grupo.
4) Concede el punto de pase dejando alumnos incompetentes (a pesar de que se busque lo contrario).
5) Logra adaptar contenidos a las necesidades específicas de alumnos.

¿Maestro o acróbata?

Aunque es cierto que lo anterior parece venido de la caricatura de un acróbata en medio de una faena que parece más que imposible, hay un conjunto de expectativas escolares depositadas en el maestro que desde la sociedad ha comenzado a hacer presión. De pronto, una serie expectativas a nivel educativo, ha venido saturado el interior de la escuela con algo parecido a un "conjunto  global de exigencias al interior". Sin embargo esto no deja de ser más que eso; expectativas. Es decir, que aunque los objetivos queden muy claros para las instituciones de educación o para la moral del sistema, muchas escuelas no cuentan aún con la posibilidad de una pauta interior que les oriente a tomar sus propias decisiones sobre estas disposiciones inestables (sobre conducta de alumnos, maestros o padres de familia). A la escuela le hace falta un tipo de pauta específica: una política propia. Pero esta es la condición resultante que parece haber dejado una disposición de apertura total. Una exigencia de inclusión sin miramiento. -Cosa que retomaremos más adelante.- Por ahora me interesa mencionar que hay una inquietud por parte de la sociedad que, en muchos lugares, le ha llevado a organizarse en comités para supervisar la actividad educativa. Sus razones son más que justas, ya que estas necesidades emergentes tienen un lugar. Con ello la escuela, ahora mas que nunca, puede llegar a ser un asunto de incumbencia social. De hecho en 1995 un grupo de padres de familia interesados en estar al tanto de los resultados de los maestros y de la escuela en general, generó la CEPS (Comisión Educativa de Participación Social). Ésta comisión estaría formada por representares externos e internos a la escuela. Pero ésto lejos de terminar de sitiar y poner en jaque a la escuela con sus maestros parece ofrecernos un viraje inesperado. 

Evidentemente el peso de la escuela y la imagen de los maestros no había estado tan devaluada como hoy. Algo en el entorno ha ido cambiando la configuración social hasta el punto de profundizar la crisis. Esto podríamos atribuírselo a que la transformación del conocimiento ha estado en estrecha relación con la de la tecnología y esta última con la de la cultura.  Aunque este no sería el lugar para exponer un minucioso tratamiento de aquel antecedente especifico que contribuyera a poner a la escuela de cabeza,  señalaremos dos probables causas que han contribuido hacer que "el fuego nos llegará los aparejos." 

De los múltiples factores, que han contribuido a deshabilitar los valores escolares en este mundo interconectado, llaman nuestra a tención dos de ellos.

1) Descontrol hipermediático. Los medios de comunicación, la apertura informativa, la facilidad de tener el mundo en el bolsillo a través de los móviles “inteligentes”  han contribuido a empoderar negativamente a los estudiantes, niños y jóvenes. Y 2) La disolución de grandes tradiciones. El debilitamiento de la tradición y de las prácticas religiosas, que fungían como “influencia moral” tanto en casa cómo en la escuela, ha dejado la formación de padres, tutores e hijos en manos del ad libitum socioeconómico. "Eduque usted según mejor le convenga (o entienda)".

Una de las consecuencias más impactantes de esta diversificación moral comenzó a tornarse en forma de "solipsismo constructivista" (La idea de que el mundo en realidad vive y es creación de y en nuestra cabeza). Esta forma creé que el mundo es una competencia salvaje y que cada quien debería hacerse cargo de lo suyo sin involucrarse con los demás; "encárgate de lo tuyo que yo haré lo mío". En el caso de la relación escuela-casa este antecedente cobra forma a través de una guerra (mas explicita que implícita) en la que se acusa a la otra mitad de no estar formando a los niños bien. Esta frase resume la actitud resultante "Usted no es quien me tiene que decir cómo hacer las cosas maestro. Es usted el que no ha hecho lo suficiente, dedíquese a hacer bien lo suyo y punto!". 

La comisión de honor y justicia como modelo de autonomía.

Empero ciertas situaciones que en la actualidad hacen de la escuela básica un instituto  en proceso de maduración, me gustaría antes de seguir avanzando exponer un ejemplo que sería de utilidad para contrastar el ejercicio de la educación básica. La imagen de la universidad como institución educativa puede ser modelo de  gran ayuda considerando que representa el resultado de una serie de políticas y movimientos interiores que buscan afianzar procesos de titulación y validación.  Hay una comisión dentro de la universidad  que en pleno curso de actividades  puede llegar a tomar decisiones sobre el futuro de alumnos, maestros y trabajadores. Esta es la comisión de honor y justicia y es una muestra de autonomía y suficiencia en la que convergen actores de diversas índoles, alumnos, maestros, sindicato, exalumnos, externos, etc., todo esto para la consecución de decisiones con peso. Ciertamente si existiera algún tipo de problema que involucrara a la escuela sería la comisión de honor y justicia la que se encargara de decidir lo que más convenga hacer.  Ésta, conforme a la filosofía y a las normas interiores, actuaría según se llegara a decisiones unánimes, por mayoría o según sea el caso. El hecho es que en esta recae también la idea de soberanía universitaria.    

En contraste con estos grados de autonomía existen problemáticas que afectan y dificultan la unidad de las escuelas.

1)    Inmadurez organizacional. Tan solo el tema de los procesos administrativos dentro de la educación básica merecería otro espacio para análisis, pero nos basta con mencionar que la escuela no deja de ser una organización con los mismos retos que las que están guiadas económicamente o gubernamentalmente. Y ésto la haría compartir estas características desde el momento en que ésta depende de un conjunto de decisiones y comunicación dirigidas por humanos. El problema de llevar la información de manera consistente a todo su cuerpo docente dificulta la tarea encontrar la unidad y claridad en la resolución de problemas. Este es el primer reto que habrá que considerar si pretendemos la autonomía escolar.
Bajo éste escenario de insuficiencia administrativa lo último que desearían las escuelas, lógicamente, son los reflectores de la única instancia que podía ventilar sus dificultades internas.   

2) Representación indirecta. Siendo que el grado de los niños todavía los hace depender del acompañamiento guiado de los padres no podríamos esperar que se llegara a colmar una representatividad como la que existe en la comisión de honor y justicia, en donde los alumnos son protagonistas presentes con la capacidad de influiría directamente en las decisiones de estos comités. Entonces las decisiones que podrían dotar de cierta suficiencia a la escuela hunden sus raíces en quien pudiera representar a los escolantes desde afuera; los padres. Esta dificultad distribuiría la capacidad de participación interna a la sociedad de padres de familia.

Pero queda una importante cuestión por resolver (Si no la más importante). Una apertura tal como la que han dispuesto las secretarías de educación hacia las escuelas extrañan lo que extrañaría cualquier individuo al cuál se le da una fuerte dosis de responsabilidad: derechos y libertad.

3) Una responsabilidad sin derechos. Está se relaciona con una disposición de índole gubernamental que condiciona a las escuelas desde sus estatutos. En el mejor de los casos la SEG como la SEP en un verdadero ejercicio de "solidaridad social " abrieron a todo tutor el derecho de inscribir a sus niños sin más requisitos que los fundamentales (Acta de nacimiento, CURP, carta de vacunación, comprobante de domicilio, y constancia de pre-escolar) ésto sin considerar los designios que la SEG hace al decidir qué alumnos se van a escribir. Pero habrá que considerar que el nivel de apertura social ejercida en la disposición mencionada tendría sus consecuencias en el interior de las escuelas ya que ésta acabaría cerrándole a la escuela una posible "libertad de elección", "Selección", o "política de permanencia". Estas disposiciones de inclusión radical no son nada nuevas, sin embargo sumadas a los nuevos contextos mencionados arriba exponen la necesidad de nuevas configuraciones político-sociales.

La diversidad escolar defiende la idea de que cada alumno tiene una particular forma de aprehender la realidad. A esta diversidad habrá que considerarle el hecho de que tanto existen alumnos pertenecientes a otros contextos culturales como también aquellos que viven con capacidades diferentes. Debemos enfrentar el hecho de que ya dentro de una escuela se estará influenciado por pautas comunes pensadas para dar sentido a la escuela como institución; ésta es la misión o la filosofía propia de la escuela. Por otro lado pensar que las Secretarías de educación tendrían la capacidad de atender cada caso resulta muy costoso. La idea de inclusión a la diversidad estudiantil exigiría pues de la capacidad de poder organizar esta diversidad sin dejar de ofrecer consistencia en su trato igualitario. La dificultad hasta este momento es que habiendo casos en los que cada alumno precisa de un seguimiento digno, la escuela no cuenta con las políticas propias que se ajusten a estas necesidades emergentes.

Esta disposición de una apertura sin autonomía es el caldo de cultivo para un interior inestablemente peligroso. Además deja incompetente a la escuela  para mediar las problemáticas que acontecen en el interior. De tal suerte que si algún padre de familia resulta inconforme con las medidas disciplinarias que la escuela decreta en la mediación de conflictos entre alumnos y/o maestros, los padres de familia podrán acudir a agentes externos, llámese recursos legales o derechos humanos para que dé marcha un proceso de seguimiento legal sin que la escuela pueda siquiera meter las manos.

Un cierre social para regresarle los fueros a la escuela.

Si como antes mencionamos el problema de la escuela se acentuó como se reconoció como irrevocable su apertura, si es que existe una salvación tendría  que estar en dirección contraria a dicha apertura: el cierre (el acuerdo)
Pero, ¿cómo se podría pretender un cierre organizacional si, como mencionábamos, las condiciones naturales están puertas afuera?

Aunque el término "cerrar filas" se utiliza en ciertos medios de contención organizacional como es el caso de la política, los clubs deportivos o sociales. La primera acepción tiene que ver con la milicia cuando ésta buscaba organizar a sus soldados para no dar la espalda a sus enemigos. Sabemos que las fuentes hipermediáticas antes mencionadas lejos de ser un verdadero enemigo son una fuente de inagotable conocimiento. Sin embargo también es cierto que terminan disolviendo la particularidad de las culturas. Es por ello que resulta importante generar pautas que hagan más probable la convergencia. Pautas que simbolicen acuerdo a favor del medio. Por ello la pertinencia de las Comisiones Educativas de Participación Social.

 Qué representan las CEPS

De forma paralela a estos acontecimientos  en 1995 un conjunto de padres de familia llevados por inquietudes varias dirigían su atención a el articulo 3° constitucional con la nada desdeñable finalidad de tener incumbencia en los siguientes ámbitos.

-FEDERALISMO EDUCATIVO
-REORGANIZACIÓN DEL SISTEMA EDUCATIVO ESTATAL
-DE LOS CONTENIDOS , MATERIALES EDUCATIVOS Y VALIDEZ OFICIAL DE ESTUDIOS
-DE LA VALORACIÓN DEL MAGISTERIO
-DEL RÉGIMEN FINANCIERO

Todas estas referencias quedaron inscritas en el ANMEB (Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica) el cual contenía éstas crecientes demandas de la sociedad.

El CO.NA.PA.SE. Consejo Nacional para la Participación Educativa es una instancia nacional de consulta, colaboración, apoyo e información en la que ESTÁN REPRESENTADOS PADRES DE FAMILIA Y SUS ASOCIACIONES, MAESTROS Y SU ORGANIZACIÓN SINDICAL, AUTORIDADES EDUCATIVAS, ASÍ COMO LOS SECTORES SOCIALES ESPECIALMENTE INTERESANDOS EN LA EDUCACIÓN, que conjuntan voluntades en la labor de conocer los resultados de las evaluaciones que realicen las autoridades educativas asi como el desarrollo y la evolución del sistema educativo nacional, con el objetivo primordial de coadyuvar con las autoridades educativas en la acciones orientadas a elevar la calidad y la cobertura de la educación, mediante las siguientes actividades.

-OPINAR SOBRE LOS ASUNTOS PEDAGÓGICOS, PLANES Y PROGRAMAS DE ESTUDIO 
-COORDINAR LOS ESFUERZOS E INTERCAMBIAR INFORMACIÓN CON LOS CONSEJOS ESTATALES  MUNICIPALES Y ESCOLARES DEPARTICIPACIÓN SOCIAL.
-RECIBIR LAS PROPUESTAS DE LA SOCIEDAD SOBRE TEMAS EDUCATIVOS Y
-PROPONER ACCIONES POLITICAS PARA EL MEJORAMIENTO DE LA EDUCACIÓN BÁSICA

Del Judo a baile para dos.

Cuál es la pertinencia de las CEPS en el interior de la escuela.

Resultan interesantes las actividades y alcances que se han propuesto las comisiones educativas de participación social. Sobre todo en la tarea de agrupar de cierto modo un mundo social que no solo queda puertas afuera, sino que solo puede ser constituido si el interior de la escuela tiene una participación activa. Ocurre que estos tipos de organización en los que se ven representados varios sectores del medio educativo tienen la fuerza y el respaldo suficiente como para promover las formas más deseables y significativas para el medio.

También habrá que considerar que;

El peso de una organización cómo son las CEPS parecen tener justo lo que la escuela estaba buscando: una  fuerza como para contener, acordar y dar orden en un universo de necesidades comunes dentro de un sector específico.

Después de éstas últimas consideraciones sobre su grado de representatividad ¿no son las CEPS las instancias con suficiente peso y envergadura como para cerrar un boquete tan grande como el que extraña, como comentábamos anteriormente,  una  política interior? Si resulta importante reconocer en estos tiempos algunas pautas que hagan más probable la fortaleza a través de la comunicación entre la escuela y el medio social ¿Por qué no considerar el espacio legal que ofrecen éstas comisiones para representar con peso decisiones congruentes a necesidades interespecíficas de localidad?

Siendo las CEPS una organización encargada de contener, atender y representar un conjunto de inquietudes convenientes a todos. ¿Resultaría tan ilícito obligar a reconocer ésta representatividad como instancia rectora? ¿Resultaría impertinente obligar a reconocer ésta representatividad cómo gestora de políticas?

 Una vez minados los impedimentos para lograr una autonomía política relativa. Podría llevarse a cabo una serie de acciones que lograsen la gestión política escolar:

Propuesta

1.    Hacer firmar  a los tutores una carta compromiso de garantía cualitativa que los haga participes activos en reuniones, juntas y talleres. (Ésta tendrá la calidad de provisional mientras se logra el estado optimo de la escuela para el proceso de autonomización política)
2.    Poner al tanto a la sociedad de padres de familia sobre la tentativa de una participación activa en las CEPS  y cuáles pueden ser sus ventajas.
3.    Una vez terminado el proceso de atención organizacional se procede a promover la intervención dentro de las CEPS.
4.    Consolidación de las CEPS como forma “tribunal y consejo relativo” en asuntos de la escuela.
5.    Hacer de la CEPS una ONG con la intención de obtener periodos mas largos en sus funciones.

Gabriel Rivera Hernández

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